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Indisciplina: diario de navegación encendida

Textual

¿Nos lleva, nos deja plantados?

Discurso del no método, método del no discurso y así vamos.
Lo mejor: no empezar, arrimarse por donde se
pueda. Ninguna cronología, baraja tan mezclada
que no vale la pena. Cuando haya fechas al pie,
las pondré. O no. Lugares, nombres. O no. De todas
maneras vos también decidirás lo que te dé la
gana. La vida: hacer dedo, auto-stop, hitchhicking:
se da o no se da, igual los libros que las carreteras.
Ahí viene uno. ¿Nos lleva, nos deja plantados?
Julio Cortázar

Proverbios del infierno

En tiempos de siembra aprende, en la cosecha enseña y en el invierno goza.

Conduce carro y arado sobre los huesos de los muertos.

La senda del exceso lleva al palacio de la sabiduría.

La prudencia es una fea y rica solterona cortejada por la incapacidad.

Quien desea y no actúa engendra la plaga.

Sumergid en el río a quien ama el agua.

El necio no ve el mismo árbol que ve el sabio.

Aquel cuyo rostro no irradia luz nunca llegará a estrella.

La eternidad está enamorada de las creaciones del tiempo.

A la atareada abeja no le queda tiempo para la pena.

Las horas de la locura el reloj las mide, pero ningún reloj puede medir las de la sabiduría.

Ningún alimento sano se atrapa con red ni trampa.

Expone número, peso y medida en año de escasez.

No hay pájaro que vuele demasiado alto si lo hace con sus propias alas.

El cuerpo muerto no venga injurias.

El acto más sublime consiste en poner a otro ante ti.

Si el necio persistiera en sus necedades llegaría a sabio.

La necedad es el atuendo de la bellaquería.

La vergüenza es el atuendo del orgullo.

Las prisiones se construyen con piedras de Ley; los lupanares con ladrillos de religión.

La altivez del pavo real es la gloria de Dios. La lujuria del chivo es la liberalidad de Dios. La cólera del león es la sabiduría de Dios.

La desnudez de la mujer es obra de Dios.

El exceso de pena ríe; el exceso de dicha llora.

El rugir de los leones, el aullido de los lobos, el oleaje furioso del mar huracanado y la espada destructora son porciones de la eternidad demasiado grandes para que las aprecie el ojo humano.

El zorro condena a la trampa, no a sí mismo.

El júbilo impregna; las penas procrean.

Que el hombre vista la melena del león y la mujer el vellón de la oveja.

Para el pájaro el nido, para la araña su tela, para el hombre la amistad.

El egoísta y sonriente necio y el necio que frunce malhumorado el ceño han de considerarse sabios, que podrían ser cetros.

Lo que hoy está probado, en su momento era sólo algo imaginado.

La rata, el ratón, el zorro y el conejo vigilan las raíces; el león, el tigre, el caballo y el elefante vigilan los frutos.

La cisterna contiene; el manantial rebosa.

Un pensamiento llena la inmensidad.

Presto has de estar para decir lo que piensas, que así el ruin te evitará.

Todo lo que es posible creerse es imagen de la verdad.

El zorro provee para sí mismo; pero Dios provee para el león.

Piensa por la mañana, actúa a mediodía, come al anochecer y duerme por la noche.

Quien ha sufrido tus imposiciones, te conoce.

Como el arado sigue a las palabras, Dios recompensa las plegarias.

Los tigres de la ira son más razonables que los caballos de la instrucción.

Del agua estancada espera veneno.

No sabrás lo que es bastante hasta saber lo que es más que bastante.

William Blake

Instrucciones para llorar

Instrucciones para llorar Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente.
Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca.
Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia dentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.

Julio Cortázar
Historias de Cronopios y de Famas

Diez mandamientos para escribir con estilo

Lo que importa más es la vida: el estilo debe vivir.

El estilo debe ser apropiado a tu persona, en función de una persona determinada a la que quieres comunicar tu pensamiento.

Antes de tomar la pluma, hay que saber exactamente cómo se expresaría de viva voz lo que se tiene que decir.
Escribir debe ser sólo una imitación.

El escritor está lejos de poseer todos los medios del orador. Debe, pues, inspirarse en una forma de discurso muy expresiva.
Su reflejo escrito parecerá de todos modos mucho más apagado que su modelo.

La riqueza de la vida se traduce por la riqueza de los gestos. Hay que aprender a considerar todo como un gesto: la longitud y la cesura de las frases, la puntuación, las respiraciones. También la elección de las palabras, y la sucesión de los argumentos.

Cuidado con el período. Sólo tienen derecho a él aquellos que tienen la respiración muy larga hablando.
Para la mayor parte, el período es tan sólo una afectación.

El estilo debe mostrar que uno cree en sus pensamientos, no sólo que los piensa, sino que los siente.

Cuanto más abstracta es la verdad que se quiere enseñar, más importante es hacer converger hacia ella todos los sentidos del lector.

El tacto del buen prosista en la elección de sus medios consiste en aproximarse a la poesía hasta rozarla, pero sin franquear jamás el límite que la separa.

No es sensato ni hábil privar al lector de sus refutaciones más fáciles; es muy sensato y muy hábil, por el contrario, dejarle el cuidado de formular él mismo la última palabra de nuestra sabiduría.”

Friedrich Nietzsche

Milagros

Milagros Dios les envió una lluvia de estrellas de oro.
La pareja se puso a discutir sobre quién de ellos había provocado el milagro.
Furiosos, se arrojaron las estrellas a la cara. El perdió media nariz y ella un ojo.

Alejandro Jodorowsky

Laberintos

Ts'ui Pen diría una vez: me retiro a escribir un libro. Y otra: me retiro a construir un laberinto. Todos imaginaron dos obras; nadie pensó que libro y laberinto eran un solo objeto.

Jorge Luis Borges
"El jardín de senderos que se bifurcan"

El dinosaurio

El dinosaurio Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Augusto Monterroso

Anécdota Búlgara

Anécdota Búlgara Erase una vez un zar naturalista que cazaba hombres.
Cuando le dijeron que también se cazaban mariposas y pájaros, se quedó muy espantado y lo consideró una barbaridad.

Carlos Drummond de Andrade

Darle espacio

Diálogo de Marco Polo y Kublai Kan en el final del libro 'Las ciudades Invisibles' de Italo Calvino.

El atlas del Gran Kan contiene también los mapas de las tierras prometidas visitadas en el pensamiento pero todavía no descubiertas o fundadas; la Nueva Atlántida, Utopía la Ciudad del Sol, Océana, Tamoé, Armonía, New-Lanark, Icaria.
Pregunta Kublai a Marco: -Tú que exploras en torno y ves los signos, sabrás decirme hacia cuál de estos futuros nos impulsan los vientos propicios.
-Para estos puertos no sabría trazar la ruta en la carta ni fijar la fecha de llegada. A veces me basta un escorzo abierto en mitad mismo de un paisaje incongruente, un aflorar de luces en la niebla, el diálogo de dos transeúntes que se encuentran en medio del trajín, para pensar que partiendo de allí juntaré pedazo a pedazo la ciudad perfecta, hecha de fragmentos mezclados con el resto, de instantes separados por intervalos, de señales que uno manda y no sabe quién las recibe. Si te digo que la ciudad a la cual tiende mi viaje es discontinua en el espacio y en el tiempo, ya más rala, ya más densa, no has de creer que se puede dejar de buscarla. Quizá mientras nosotros hablamos esta aflorando desparramada dentro de los confines de su imperio; puedo rastrearla, pero de la manera que te he dicho.
El Gran Kan estaba hojeando ya en su atlas los mapas de las ciudades que amenazan en las pesadillas y en las maldiciones: Enoch, Babilonia, Yahoo, Butua, Brave New World.
Dice: -Todo es inútil si el último fondeadero no puede ser sino la entrada infernal, y allí en el fondo es donde, en una espiral cada vez más estrecha, nos sorbe la corriente.
Y Polo: -El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.

Las ciudades y los trueques

Las ciudades y los trueques En Cloe, gran ciudad, las personas que pasan por las calles no se conocen. Al verse imaginan mil cosas las unas de las otras, los encuentros que podrían ocurrir entre ellas, las conversaciones, las sorpresas, las caricias, los mordiscos. Pero nadie saluda a nadie, las miradas se cruzan un segundo y después huyen, buscan otras miradas, no se detienen. Pasa una muchacha que hace girar una sombrilla apoyada en su hombro, y también un poco la redondez de las caderas. Pasa una mujer vestida de negro que representa todos los años que tiene, los ojos inquietos bajo el velo y los labios trémulos.
Pasa un gigante tatuado; un hombre joven con el pelo blanco; una enana; dos mellizas vestidas de coral. Algo corre entre ellos, un intercambio de miradas como líneas que unen una figura con otra y dibujan flechas, estrellas, triángulos, hasta que en un instante todas las combinaciones se agotan y otros personajes entran en escena: un ciego con un guepardo sujeto por una cadena, una cortesana con abanico de plumas de avestruz, un efebo, una jamona. Así entre quienes por casualidad se juntan bajo un soportal para guarecerse de la lluvia, o se apiñan debajo del toldo del bazar, o se detienen a escuchar la banda en la plaza, se consuman encuentros, seducciones, copulaciones, orgías, sin cambiar una palabra, sin rozarse con un dedo, casi sin alzar los ojos.
Una vibración lujuriosa mueve continuamente a Cloe, la más casta de las ciudades. Si hombres y mujeres empezaran a vivir sus efímeros sueños, cada fantasma se convertiría en una persona con quien comenzar una historia de persecuciones, simulaciones, malentendidos, choques, opresiones, y el carrusel de las fantasías se detendría.

Italo Calvino(de Las ciudades invisibles)

Locuras

Nada me impresiona de cuanto se diga de un hombre al que tengo por loco o necio y que supera a un hombre vulgar en muchos casos y logros de la vida. Los epilépticos son, en la crisis, fuertísimos; los paranoicos razonan como pocos hombres normales lo hacen; los delirantes con manía religiosa conquistan multitudes de creyentes como pocos demagogos (si los hubiera) lo consiguen, y con una fuerza íntima que estos no logran infundir en sus secuaces.Todo lo cual no prueba sino que la locura es locura. Prefiero la derrota con conocimiento de la belleza de las flores a la victoria en medio de los desiertos, llena de ceguera del alma a solas con su nulidad separada.

Fernando Pessoa

Distancia

Distancia A doscientos metros no podemos saber si una mujer es bella. A unos centimetros todas son iguales.
La percepción de la belleza necesita cierto margen espacial, que varia no solo de acuerdo al observador, sino tambien de acuerdo al objeto observado.
Entre nosotros deciamos sobre algunas mujeres, utilizando una expresión ya convenida, 'tiene buen lejos', pues a cierta distancia parecia guapa, pero apenas se acercaba no lo era. Otras en cambio tienen 'buen cerca', pero al alejarse notamos que son desproporcionadas o flacas o con las piernas torcidas.
¿Que distancia debe servirnos de patrón para dar un veredicto estético sobre una persona? Un amigo, a quien hice esta consulta, me repondió: 'La distancia de la conversación'.

Juan Rybeiro
(escritor peruano)

La carne y la palabra

La carne y la palabra La semana pasada apareció el último libro de mi amigo Luis Gruss, 'La carne'.
De género indefinible, este libro de textos pequeños e impactantes ya se puede conseguir en la Feria del Libro que comenzó el viernes y en 'las mejores librerías' (bah!, en algunas donde la editorial y el autor quieran llevar el libro)
Para quienes quieran conectarse con Luis o comprarle el libro directamente les paso el mail: lgruss@ciudad.com.ar
Va un pequeño texto del libro de regalo.
Román

acaba de crear el mundo.
camina lento sobre la arena que él mismo esparció. hunde sus pies en el mar que brotó de sus manos. contempla el trigo, el cielo, la indefinible cabeza de un toro. la noche, invento de última hora, lo encuentra rendido. a lo lejos ve un galpón levemente iluminado
escucha el canto de un millón de aves o cosas que podrían ser aves. ya no sabe ni qué hizo en esos días de rara exaltación. adivina, recordando un infinito catálogo de nombres y objetos, que el lugar podría ser un gallinero. abre las puertas, avanza unos pasos y se desmaya. por fin entre las plumas las gallinas lo picotean, defecan en sus ojos, entibian formas ligeras sobre el pecho enmarañado.
cuando despierta, en el día octavo, no recuerda nada. ahora es un hombre sucio y humillado como tantos. abre las puertas del galpón y sale a campo abierto. nubes oscuras avanzan desde lejos las observa y entiende que pronto va a llover.
dios, ayúdame.

Luis Gruss

Algo de Clarice

Algo de Clarice "Tengo miedo de escribir, es tan peligroso. Quien lo ha intentado, lo sabe. Peligro de revolver en lo oculto - y el mundo no va a la deriva, está oculto en sus raíces sumergidas en las profundidades del mar. Para escribir tengo que colocarme en el vacío."

"Mi alma tiene el peso de la luz. Tiene el peso de la música. Tiene el peso de la palabra nunca dicha, a punto, quizá, de ser dicha. Tiene el peso del recuerdo. Tiene el peso de una añoranza. Tiene el peso de una mirada. Pero como una ausencia. Y la lágrima que no se ha llorado. Tiene el inmaterial peso de una soledad en medio de los otros".

"Y el alma libre busca un canto para acomodarse. Soy un yo que anuncia. No sé de qué estoy hablando. Yo soy nada. Después de muerta me agrandaré y me esparciré, y alguien dirá con amor mi nombre."

Clarice Lispector

El silencio

El teatro donde yo daba los conciertos también tenía poca gente y yo había invadido el silencio: yo lo veía agrandarse en la gran tapa negra del piano. Al silencio le gustaba escuchar música; oía hasta la última resonancia y después se quedaba pensando en lo que había escuchado. Sus opiniones tardaban. Pero cuando el silencio ya era de confianza, intervenía en la música; pasaba entre los sonidos como un gato con su gran cola negra y los dejaba llenos de intenciones.

Felisberto Hernández
“Nadie encendía las lámparas”, 1947.

Amigos

Instrucciones para elegir en un picado
Alejandro Dolina

Cuando un grupo de amigos no enrolados en ningún equipo se reúnen para jugar, tiene lugar una emocionante ceremonia destinada a establecer quienes integrarán los dos bandos. Generalmente dos jugadores se enfrentan en un sorteo o pisada y luego cada uno de ellos elige alternativamente a cada uno de sus compañeros. Se supone que los mas diestros serán elegidos en los primeros turnos, quedando para el final los troncos.
Pocos han reparado en el contenido dramático de estos lances. El hombre que está esperando ser elegido vive una situación que rara vez se da en la vida. Sabrá de un modo brutal y exacto en que medida lo aceptan o lo rechazan. Sin eufemismos, conocerá su verdadera posición dentro del grupo. A lo largo de los años, muchos futbolistas advertirán su decadencia, conforme su elección sea cada vez mas demorada.
Manuel Mandeb, que casi siempre oficiaba de elector, observó que sus decisiones no siempre recaían sobre los más hábiles. En un principio se creyó poseedor de vaya a saber que sutilezas de orden técnico que le hacían preferir compañeros que reunían ciertas cualidades.
Pero un día comprendió que lo que deseaba era jugar con sus amigos más queridos. Por eso elegía a los que estaban más cerca de su corazón, aunque no fueran tan capaces.
El criterio de Mandeb parece apenas sentimental, pero es también estratégico. Uno juega mejor con los amigos. Ellos serán generosos, lo ayudarán, lo comprenderán, lo alentarán y lo perdonarán. Un equipo de hombres que se respetan y se quieren es invencible. Y si no lo es, más vale compartir la derrota con los amigos, que la victoria con los extraños o los indeseables.

Fernando Pessoa

Fernando Pessoa Me parece que 'El libro del desasosiego', de Fernando Pessoa, va a ser un clásico en ésta indisciplina.
Fragmentos de ese texto que fue tejiendo desordenadamente a lo largo de su vida, los iré reproduciendo en éste diario para mi placer y, espero, para el de muchos de ustedes.
R.

No creo en voz alta en la felicidad de los animales, sino cuando me apetece hablar de ella como marco de un sentimiento que es la suposición derivada. Para ser feliz es necesario saber que se es feliz. No hay felicidad en dormir sin sueños, sino solamente en despertarse sabiendo que se ha dormido sin sueños.
La felicidad está fuera de la felicidad.
No hay felicidad sino con conocimiento. Pero el conocimiento de la felicidad es infeliz; porque saberse feliz es conocerse pasando por la felicidad, y teniendo, en seguida, que dejarla atrás.
Saber es matar, en la felicidad como en todo. No saber, sin embargo, es no existir.
Sólo el absoluto de Hegel ha conseguido, en las páginas, ser dos cosas al mismo tiempo. El no-ser y el ser no se funden y confunden en las sensaciones y razones de la vida: se excluyen, mediante una síntesis al revés.
¿Qué hacer? Aislar el momento como una cosa y ser feliz ahora, en el momento en que se siente la felicidad, sin pensar más que en lo que se siente, excluyendo lo demás, excluyéndolo todo. Enjaular al pensamiento en la sensación, (...) la clara sonrisa maternal de la tierra plena, el esplendor cerrado de las tinieblas altas, (...)
Es ésta mi creencia, esta tarde. Mañana por la mañana no será ésta, porque mañana por la mañana seré ya otro. ¿Qué creyente seré mañana? No lo sé, porque sería preciso estar allí para saberlo. Ni el Dios eterno en el que hoy creo la sabrá mañana ni hoy, porque hoy soy yo y mañana quizás ya no haya existido él nunca.