Cuerpo
Luiz Fernando Veríssimo es un famoso escritor, humorista y dibujante brasilero.
Ademas de libros, publica columnas y artículos en diarios de su país.
Traduje un breve texto para indisciplina
Román
Ruidos
El único lenguaje verdaderamente internacional es el lenguaje del cuerpo.
No, no los gestos: los ruidos. La tos, el estornudo, el pedo, el trombón del sobaco, usted los conoce.
También es el único lenguaje auténtico. Tal vez por eso mismo haya tanta preocupación en disfrazarlo y en desaconsejar su uso en público. Desde pequeños aprendemos a reprimir, en la medida de lo posible, las manifestaciones naturales de nuestro cuerpo y a sentirnos embarazados cuando no se puede controlar y el cuerpo se hace escuchar claramente, causando espanto y malestar.
Al mismo tiempo, aprendemos a expresarnos con palabras y frases, o sea, el lenguaje de la simulación, de la mentira y, ella sí, de la ofensa que, por mas bien pensadas y articuladas que sean, no tienen la honestidad de un buen eructo.
Valorizamos la hipocresía, condenamos la autenticidad. Y lo que es mas civilizado, la palabra, que discrimina y excluye, o el ronquido en la barriga, que es igual para todos y que aproxima a las personas, además de distender el ambiente muchas veces. Unos pueden ser mas o menos estridentes, pero todos los hombres estornudan de la misma manera. Los pedos también son iguales, respetadas las variaciones de entonación, inflexión y duración independientemente de raza, color, clase o credo religioso. Y nadie tose con mas acento, o con mas corrección gramatical que su vecino.
Yo sostengo la tesis de que, para conferencias de paz o cualquier negociación internacional, los países deberían mandar mal educados, en el buen sentido.
Personas que estableciesen, de movida, su humanidad común, haciendo los ruidos que todos los hombres y todas las mujeres (menos) hacen, en cualquier lugar del mundo. La primera media hora de los encuentros podría ser solo de intercambio de ruidos del cuerpo, para crear el clima. Después, el entendimiento vendría naturalmente. Pero no, ¿a quienes mandan para esas reuniones? A diplomáticos. Diplomáticos educadísimos, incapaces de hacer ruido con los dientes en la frente de quien quiera que sea.
No llama la atención que aun exista tanta discordia en el mundo.
Luiz Fernando Veríssimo
Ademas de libros, publica columnas y artículos en diarios de su país.
Traduje un breve texto para indisciplina
Román
Ruidos
El único lenguaje verdaderamente internacional es el lenguaje del cuerpo.
No, no los gestos: los ruidos. La tos, el estornudo, el pedo, el trombón del sobaco, usted los conoce.
También es el único lenguaje auténtico. Tal vez por eso mismo haya tanta preocupación en disfrazarlo y en desaconsejar su uso en público. Desde pequeños aprendemos a reprimir, en la medida de lo posible, las manifestaciones naturales de nuestro cuerpo y a sentirnos embarazados cuando no se puede controlar y el cuerpo se hace escuchar claramente, causando espanto y malestar.
Al mismo tiempo, aprendemos a expresarnos con palabras y frases, o sea, el lenguaje de la simulación, de la mentira y, ella sí, de la ofensa que, por mas bien pensadas y articuladas que sean, no tienen la honestidad de un buen eructo.
Valorizamos la hipocresía, condenamos la autenticidad. Y lo que es mas civilizado, la palabra, que discrimina y excluye, o el ronquido en la barriga, que es igual para todos y que aproxima a las personas, además de distender el ambiente muchas veces. Unos pueden ser mas o menos estridentes, pero todos los hombres estornudan de la misma manera. Los pedos también son iguales, respetadas las variaciones de entonación, inflexión y duración independientemente de raza, color, clase o credo religioso. Y nadie tose con mas acento, o con mas corrección gramatical que su vecino.
Yo sostengo la tesis de que, para conferencias de paz o cualquier negociación internacional, los países deberían mandar mal educados, en el buen sentido.
Personas que estableciesen, de movida, su humanidad común, haciendo los ruidos que todos los hombres y todas las mujeres (menos) hacen, en cualquier lugar del mundo. La primera media hora de los encuentros podría ser solo de intercambio de ruidos del cuerpo, para crear el clima. Después, el entendimiento vendría naturalmente. Pero no, ¿a quienes mandan para esas reuniones? A diplomáticos. Diplomáticos educadísimos, incapaces de hacer ruido con los dientes en la frente de quien quiera que sea.
No llama la atención que aun exista tanta discordia en el mundo.
Luiz Fernando Veríssimo
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marina -